La Cuarta Revolución Industrial ya está en marcha y ¿qué haremos diferente a las anteriores? Pasamos de la época de las máquinas de vapor, en 1760, a que las personas puedan conversar con ellas en poco más de 250 años. La mecanización de la producción supuso, desde un principio, el mantenimiento o aumento de la producción de bienes de consumo con menor esfuerzo humano, generando más empleos y bienestar social.
Sin embargo, lo que se ha visto desde entonces es un aumento del cansancio y el desempleo de los trabajadores. Porque ahora tenemos, con la llamada Industria 4.0, otra oportunidad para buscar el equilibrio entre trabajo y vida social elevando la automatización industrial a un nuevo nivel gracias al uso de la inteligencia artificial, y el debate sobre el consumo racional frente a la conciencia limita los recursos del planeta.
La IA debe tener al ser humano en el centro de sus acciones, pensando en cómo los humanos entienden la realidad y apoyando su decisión, aportando valor como un gran asistente a nuestras actividades económicas. Este es un momento único para que la sociedad replantee sus industrias y las transforme de una vez por todas, insertándolas en el entorno digital y mejorando su automatización. Este próximo paso puede y debe incluir el desarrollo socioeconómico.
Una vez más tenemos ante nosotros la oportunidad de promover una reducción de la jornada laboral, manteniendo la productividad y dando cabida a más puestos de trabajo. ¿Por qué no adoptamos una jornada laboral más corta, con un tercer turno de trabajo? ¿O incluso un cuarto turno? Se están realizando varios experimentos en todo el mundo para reducir la semana laboral de cinco a cuatro días, con la misma productividad. Porque la transformación digital nos brinda ahora la IA como herramienta para avanzar en esta dirección. Sólo el simple concepto de tener sugerencias de acción o decisión y elegir la mejor.
¿Imaginas una fábrica con aún más trabajadores, capaz de producir mucho más con menos esfuerzo y menos horas de trabajo? Esta es la oportunidad de transformar finalmente el aparato tecnológico que tenemos en una ventaja cultural y social, con más tiempo para nosotros mismos. Llegados a este punto, llegaríamos al estado de ociosidad del que disfrutaban los antiguos griegos, sabiamente defendido por pensadores de los últimos tres siglos, como el francés Paul Lafargue, el inglés Bertrand Russel y el italiano Domenico De Masi, fallecido en septiembre.
La Industria 4.0 puede traer esta redención no sólo a las líneas de producción, sino también a las vidas de los trabajadores –especialmente aquellos de las clases más bajas–, liberándoles más tiempo para sí mismos y otorgándoles el derecho al ocio, a la familia, a la cultura, a la educación y al refinamiento de nuestra sociedad. La inteligencia artificial podría ser preponderante en la promoción de la igualdad, la distribución de la riqueza y el bienestar.
Después de la pandemia, mucha gente piensa, o incluso exige, trabajar de forma remota. La sociedad está cambiando y apuntando hacia un camino hacia la simplificación del día a día. Reducir el tiempo dedicado a actividades sin mucho valor añadido. Necesitamos adoptar modelos de pensamiento que nos ayuden a tomar decisiones sobre lo que todos buscamos: mayor autonomía en la gestión de nuestro tiempo personal, sin perder el foco en nuestra capacidad productiva. Sin embargo, debemos confiar en estas sugerencias y modelos de decisión, y mapear la forma de pensar que aceptamos y entendemos como válida.
Este es uno de los ejemplos de cómo todo el ecosistema de la Industria 4.0 puede promover una mayor calidad de vida. La transformación digital puede reducir drásticamente el desempleo. La cuarta revolución industrial tiene la misión y el deber moral de conciliar tiempo, trabajo, estudios y ocio para generar un verdadero estado de bienestar. La IA es un elemento auxiliar en la búsqueda de ese equilibrio, produciendo más y mejor con menos esfuerzo.
La tecnología puede generar nuevas oportunidades y empleos en diferentes sectores. Sin embargo, adaptarse a estos cambios requiere inversiones inmediatas en capacitación y desarrollo de habilidades para mantenerse al día con las innovaciones tecnológicas. Los gobiernos, las empresas y los individuos deben estar preparados para afrontar este desafío y aprovechar las oportunidades que nos brinda la tecnología, evitando los mismos errores de las tres revoluciones industriales anteriores.
Como concluye Domenico de Masi en "La economía del ocio": "Los métodos de producción modernos han hecho posible la seguridad y el bienestar de un mayor número de personas, pero a pesar de ello, seguimos prefiriendo el exceso de trabajo para algunos y la penuria para otros. "Tan enérgicos como éramos antes de que existieran las máquinas. En ese sentido, hemos sido tontos, pero no hay razón para serlo para siempre".
Necesitamos gestionar mejor nuestros recursos y nuestro tiempo, hacer un mejor uso de los medios tecnológicos que tenemos a nuestra disposición y somos plenamente capaces de hacerlo. Se acabó el tiempo de la necedad. Todos tenemos una responsabilidad en el cambio que la sociedad nos exige y debemos mirar a nuestro alrededor y asumir nuestro papel.
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