Entendernos para relacionarnos

Relaciones sanas es a crecimiento y a avance como intolerancia y distancia es a destrucción y a fracaso.

Sin embargo, las relaciones suelen ser uno de los aspectos más difíciles que enfrentan las personas, las familias y organizaciones. En las empresas actualmente escuchamos hablar de equipos auto gestionados, trabajo colaborativo, la unión hace la fuerza, solo voy más rápido pero juntos vamos más lejos y aún así a la hora de materializarlo nos cuesta una vida porque lograr que seres tan humanos y diferentes puedan fluir en su comunicación, en la aceptación y construcción a partir de las múltiples ideas y maneras de hacer las cosas, hacia el avance, hacia el logro de objetivos y propósitos comunes es un verdadero desafío.

Fortalecer las competencias relacionales es lo complejo, pero es la clave que se requiere para el avance como humanos, como sociedad, como proyecto, como empresa, como nación.

Entonces ¿dónde está el meollo del asunto?

Resulta que nos maravilla el diverso mundo que habitamos, podemos ver los colores y formas casi infinitos de las flores, de los campos, de los animales del mar y de la tierra, y esto, nos llena de asombro, de vida, de oportunidades porque nos completa, nos multiplica los caminos y las formas, pero nos espantamos ante la diversidad humana, ante una postura diferente, ante una propuesta disruptiva o ante el silencio que algunos prefieren guardar, o el jubilo y expresividad desbordante de otros, o ante el que quiere ir muy rápido o el que siempre va un paso a la vez.

¿cómo le damos vuelco a esta situación? Mi planteamiento es: Entendiéndonos, mirándonos profundamente, conociéndonos, conociendo de donde viene la diferencia y aceptándola de una vez y para siempre. Lo que creemos que es no es lo que es, es lo que interpretamos, sesgados partir de modelos mentales formados por factores como historias personales, cultura, información genética y demás, no nos enseñaron a amar la diferencia, lo diferente siempre fue raro, dio miedo y generó rechazo.

No aceptar y aprovechar lo esencialmente diferentes que somos los humanos nos puede llevar a desastres inmensurables, como la última gran guerra.

Existen en el mundo personas cálidas, campantes, vivaces y que disfrutan de la vida siempre que se pueda, también los hay calurosos, rápidos activos, prácticos, voluntariosos, auto suficientes y muy independientes.

Seguro que igualmente has conocido personajes analíticos, abnegados, dotados y perfeccionistas y como no hablar de los calmados, tranquilos  que nunca se descomponen y que tiene un punto de ebullición tan elevado que casi nunca se enfadan, pues todo esto viene en los genes hace parte de nuestra diversidad y ya hablaban de ello Hipócrates y Galeno antes de cristo con su teoría de los humores y temperamentos.

No somos más que flores de diferentes colores, aceptarlo y entenderlo para relacionarnos permitirá avances cuánticos en la sociedad y en el mundo.